El Daño Cerebral Adquirido (DCA) conlleva una complejidad de secuelas que afectan al ámbito personal, familiar, sanitario, psicológico y social y, además, suponen un desafío en la prestación de atención por parte de la administración pública (local, autonómica y estatal). Es imprescindible promocionar estrategias preventivas y garantizar la calidad de vida en igualdad de oportunidades de las personas con esta discapacidad y sus familias. El DCA es diferente a otros tipos de discapacidades, y por lo tanto, la respuesta que requiere debe ser adaptada a las necesidades y la realidad de las personas que viven con él.
Podemos afirmar que el sistema sanitario ha mejorado y mejora su función de salvar vidas, pero también es cierto que aún no logra cubrir todas las necesidades de atención que tienen las personas con discapacidad sobrevenida dada la complejidad de sus secuelas. Además, una vez se produce el alta de rehabilitación, existe un agujero negro en el continuum de atención a la salud de estas personas y sus secuelas a lo largo de la vida. Un grave déficit, por tanto, en la respuesta rehabilitadora integral, socio-sanitaria, que requieren estas personas.
Una respuesta segmentada y generalista que se está prestando conlleva a situaciones de abandono y vulnerabilidad de las familias de personas DCA que tras el impacto de la lesión deben adaptarse a una nueva situación con recursos sociales, emocionales, sanitarios y asistenciales escasos, provocando situaciones que les sitúan ... |